Música y poesía - Música de cámara en concierto [Luna, Vergara, Arzic, Pérez, Errázuriz]

¿Una música sencilla? En evidencia, pero el uso de la palabra no es de simpleza, sino de la agudeza por uso de medios, haciendo de la mayoría de las obras contenidas no caigan en lo presuntuoso.

En "Alcohol y  sílabas" y "Contra la Muerte" de Ricardo Luna, la palabra y la música se dan de forma correcta (entiéndase que ambas a la par, no se ven en sobrecarga o en torpe uso, como suele suceder mucho en este campo), dando el sentir de lo elemental, simbiosis "correcta" entre ambas.

Musicalidad en "Zung-Guó" nos deja ver una franqueza y afabilidad, ya no se puede dar carácter de sencillez como elogio, en un inicio declarado. Luna tiene adecuado sentir del tiempo, propio y adjudicado del "pathos" latinoamericano.

Este último conjunto, se reitera en adecuados paisajes de tensión, no como dialéctica sino como bloques sonoros, estática y una forma de crear con el "recurso mínimo" sin ser ni aproximarse al llamado género norteamericano, que más que acercar a lo esencial nos sofoca del ornamento y la reiteración; callejones sin salida de la impetuosa necesidad de escapes discursivos de la academia y "técnicos de la técnica". Me refiero en específico a "Relámpagos", "Difuntos" e "Idioma a Contrasol", de las obras de Claudio Pérez.

Las obras anteriores no son la cumbre de los sentires que he destacado, pero estas pequeñas características en obras breves son de menester señalar.

"Hay un  día feliz" presente, de forma menor si, un problema dejado de lado por formalidad o por buena intención; presentar un texto, poema, antes de iniciar la pieza musical, nos predispone recreativamente a esperar cierto ambiente/sentimentalidad, aunque he de mencionar casos en que poemas de Mistral o Neruda sin ser extensos, son recitados antes de, independiente de la calidad que nos depare el compositor, requiere de nuestra atención (como así lo desea el compositor, sin medir "la extensión sensible" dejando al recitado como un objeto a preludiar). Arzic nos presenta un poema "de traslado/viaje" con una música a la par, requiriendo la atención de dos focos, sencillos pero ¿Por qué problematizar este formato cuando hay tanta música con voz y acompañamiento, o las obras anteriores con voz recitante y música? Disculpando al lector, es un tema que interesa y que daré lugar en un escrito en este mismo blog.



"Los Sea Harrier" de Sebastián Errázuriz peca, nuevamente, de un uso "operático" de la voz; aquí apreciamos cierta precariedad en el uso instrumental. Demasiada subordinación a la voz, y a la idea de tensión-reposo sin lograr el clímax adecuado, como hace evidente en la cuarta de las "Sea Harrier". La dirección musical es otro punto negativo en la obra de Errázuriz.

El título del disco no desilusiona por mendacidad como suele ocurrir con mucho de la industria musical "docta" (el título nunca valida o será el valor de "la obra", pero es indicación bien utilizada). Quienes busquen en la práctica musical la tan problematizada unión de música y poesía, este disco será de utilidad tanto para la experiencia estética, como apreciación o estudio. Eliminar los aplausos hubiese sido algo grato.

Lo encomiástico de gran parte de la reseña se realiza como crítica de algo que se extraña en la música. Un disco para apreciar, aprender en corrección y valoración de los intentos en la práctica compositiva en Chile respecto a la poesía.


Toda crítica a la crítica es bienvenida =) 

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